Gran consternación y profunda preocupación existe en Zapatoca ante una serie de suicidios que se han registrado en los dos últimos años.
Zapatoca, ubicado a poco más de una hora de Bucaramanga, es un pequeño municipio santandereano de ocho mil habitantes, todos ellos de acendradas costumbres religiosas y muy respetuosos de las leyes humanas y de las divinas.
Acá los fallecimientos ocurrían solo por lo que la gente llama “muerte natural”, producto de enfermedades, y siempre se trataba de adultos mayores. Hace por lo menos diez años que en Zapatoca no ocurre ningún homicidio.
Pero en los últimos dos años ya suman seis las personas que han resuelto poner fin a su existencia.
Han tomado esa fatal decisión, un agente del Inpec, un joven trans, un vendedor de lotería, un tendero, un comerciante y un jovencito estudiante de bachillerato. Cuatro de ellos se han ahorcado. Ninguno de los seis ha dejado nota sobre las razones de su determinación y ninguno había expresado que estuviese contemplando esa fatal posibilidad.
Tres de esos casos se han registrado este año. El más reciente ocurrió este fin de semana cuando un jovencito que cumpliría 18 años el día siguiente, tomó un revólver y se quitó la vida.
Los pobladores de Zapatoca están alarmados. De acuerdo con su bajo su número de habitantes, este municipio ha pasado a registrar una de las tasas más altas del país en materia de suicidios.
A pesar de esta trágica racha, la alcaldía de Zapatoca no ha desarrollado ningún plan de salud orientado a la prevención de la fatal problemática.
El concejal Julián Macías expidió un comunicado que recoge la justa y evidente alarma de la población, en el cual solicita al alcalde Hernán Agredo adelantar campañas efectivas de salud, entre ellas una de prevención de los suicidios. El alcalde Agredo hasta el momento ha ignorado la petición del concejal.
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