La capital de Santander, Bucaramanga, era hasta hace unos años quizá la ciudad más segura del país. De ahí que además de “ciudad cordial” y “ciudad bonita”, era llamada “el mejor vividero de Colombia”.
Hoy da miedo salir a las calles en esta urbe. De noche y de día y en todos los sectores de Bucaramanga la inseguridad campea tranquilamente.
En los barrios del norte es difícil que haya transporte público pues los conductores de taxis y buses tienen miedo de ir a esa zona; en el sur los atracos y raponazos callejeros son constantes; en la zona de Cabecera, además de los robos callejeros, da miedo estar en un establecimiento público pues en cualquier momento los bandidos ingresan armados y roban lo que quieran; en el occidente ocurre igual que en el norte y en el centro de la ciudad está lo peor : atracos y robos a granel, prostitución, expendio de drogas, fleteros, etc.
Hay que sumarle a ello que en todos los sectores de Bucaramanga hay ollas y expendios de microtráfico; el boleteo para devolver una motocicleta, un perro o un celular; los “cosquilleros”; los fleteos en las puertas de los bancos y de los cajeros automáticos; los robos en los semáforos de la carrera 27 y de otras avenidas donde los bandidos parten los vidrios de los vehículos y abalean a los conductores; los delitos sexuales; los robos dentro de los buses y las estaciones de Metrolínea; la puñalada al transeúnte que no se deja robar; la prostitución se ejerce en las principales calles a toda hora; etc. En las redes sociales cada rato aparecen videos dando cuenta de los delitos que se cometen en Bucaramanga contra los ciudadanos.
Todo ello para no hablar de delitos algo mayores como el narcotráfico, el tráfico de armas, los asaltos bancarios, los crecientes homicidios producto de la embriaguez y de la intolerancia, el robo de vehículos, el sicariato y las extorsiones. Qué lástima. Bucaramanga dejó de ser un «buen vividero” y hoy está convertida en un “vulgar atracadero”.
