“Para mí, el partido ha mutado en algo que no puedo asimilar todavía, quizás comprender nunca. Pero de lo que sí estoy segura, es que ya no encaja conmigo. Presento mi renuncia al partido”, dice en su carta de despedida
Por Iván Gallo
La primera vez que se supo de Tanja Nijmeijer fue el 18 de junio del 2007 cuando la Seguridad Democrática arrinconaba a las Farc. La holandesa se asentaba junto con otros ocho combatientes y su comandante Carlos Antonio Lozada, segundo del mono Jojoy en el Bloque Oriental, en un campamento ubicado entre La Macarena y La Uribe cuando vieron cómo las hojas empezaban a moverse de manera distinta y el click de los Kfir se escuchaba amenazante. La Fuerza de Tarea Conjunta Omega desplegaba sus tentáculos de fuego sobre ellos.
Las bombas arrasaron el campamento, mataron a tres guerrilleros e hirieron gravemente a Lozada. Tanja salió ilesa. De las pocas cosas que no encontraron achicharradas los soldados fue el diario de Tanja. Dos meses después las Fuerzas Armadas revelaron el contenido y vinieron sus primeros grandes problemas con la agrupación guerrillera.
En el diario quedaba claro que su nombre de guerra era Alexandra Nariño; que había nacido en 1978 en Denekamp Holanda; que su mamá, Hannie Nijmeijer, fue quien le metió en la sangre la revolución; que estudió filología hispánica en la Universidad de Groningen; que había llegado al país casi que por azar en el 2000, año en el que era profesora de uno de los colegios más pudientes de Pereira y que fue precisamente un profesor de esa institución quien la llevó a San Vicente del Caguan, en plena zona de distención. Allí conoció a todos los comandantes y consiguió los insumos para la tesis con la que regresaría a Holanda ese mismo año: “El gobierno de las FARC en el Caguán”. Obsesionada, regresó en el 2003 para hacer parte del bloque Oriental y ponerse a las órdenes del Mono Jojoy.
Lo grave para Tanja no sólo era que se conociera su nombre, que las cámaras de televisión buscaran a su papá Gent y a su mamá. Lo grave era que los medios en Colombia publicaran apartes de su diario tan comprometedores como estos: «¿Cómo serán las cosas cuando lleguemos al poder? ¿Andarán las mujeres de los comandantes en ferraris, con implantes en los pechos y comiendo caviar?»; o estos otros, mucho más graves y directos: «Ha llegado una chica con grandes senos. Le ha gustado mucho al jefe, pero como le ha contagiado una gonorrea ahora dice que la envió el gobierno para desestabilizarnos. Estoy harta. Ya no aguanto más a las FARC, su gente, ni esta forma de vida».
En el 2010, Tanja sobrevivió a un nuevo bombardeo, esta vez de infernales consecuencias para la guerrilla.
