Pesan menos que los de cemento y arcilla, son más baratos y pueden durar mínimo 300 años
HEIDY CATALINA LEÓN GÓMEZ Y CÉSAR IVÁN GÓMEZ OSPINO, DIRECTORA DE PROYECTOS Y ALUMNO DE LA UDES EN BUCARAMANGA, CON UNO DE LOS LADRILLOS DE PLÁSTICO
En 2015 la Organización de las Naciones Unidas planteó 17 objetivos de desarrollo sostenible para ayudar al planeta y salvarlo del calentamiento global. Desde esa fecha hasta la actualidad se han conocido varias alternativas que van desde la instalación de más paneles solares hasta la creación de artefactos a base de materiales reciclables.
Una de estas alternativas se está realizando en Santander. Con el propósito de desarrollar un material energéticamente eficiente y sostenible para el sector de la construcción, César Iván Gómez Ospino, estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad de Santander (UDES), y Heidy Catalina León Gómez, directora de proyectos del programa de Ingeniería Civil de la UDES, crearon un prototipo de un ladrillo a base de material plástico.
Los investigadores se enfocaron en el sector de la construcción y en la eliminación de materiales no renovables en las zonas más pobres de Santander.
“Empezamos a investigar una nueva forma de darle vida a este material que abunda en las calles y encontramos que en el sector de la construcción sería algo factible ya que mejoraría la calidad de vida de las personas», dijo a El Espectador Gómez Ospino.
“Nació como una iniciativa social y ambiental. Decidimos trabajar con los recursos energéticos y mitigar la contaminación del CO2. Entonces, descubrimos que el ladrillo es un elemento que se utiliza mucho en la construcción y genera una gran cantidad de emisiones de CO2”, manifestó a este diario la docente Heidy Catalina León Gómez.
Teniendo como base que los ladrillos convencionales están elaborados de cemento y arcilla, los investigadores decidieron enfocarse en la construcción de este material de otra manera para hacerlo accesible a las personas y amigable con el medio ambiente.
El ladrillo es elaborado con desechos plásticos tipo 1, (bolsas plásticas, empaques de comida y botellas de plástico). El procedimiento comienza con la recolección de los residuos que luego se limpian y secan para descontaminarlos. Después, «el material es triturado mediante un tamizaje granulométrico. Se introduce en una forja a 400 y 500 grados donde es moldeado y prensado mediante una vaporización térmica especificada en los parámetros que regulan la normatividad técnica vigente», explicó Gómez Ospino.
La idea del proyecto es aprovechar todos los residuos para reutilizarlos y disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas causante del calentamiento global. Por ejemplo, los investigadores manifestaron que el precio de la producción del elemento se redujo en un 50 por ciento. Al igual, disminuyeron las emisiones del CO2.
Otro punto diferenciador de este material es que se puede escoger el molde, olor y color de acuerdo a su utilización. “Un ladrillo puede pesar 2.200 gramos y los nuestros, con la misma especificación, tiene un peso de 928 gramos, aproximadamente una reducción del 152%. Estamos haciendo pruebas de resistencia y casi duplica al convencional”, afirmó la directora del Semillero de Investigación en Recursos Energéticos de la UDES.
Se estima que estos ladrillos de plástico pueden durar entre 300 y mil años.