Si a partir del 27 de febrero de 2020 se mantiene el desacuerdo, sería como si la sal perdiera su sabor y la mermelada perdiera su dulzura

Por Carlos Alfaro Fonseca
Este 30 de enero de 2020, tras tres fallidos intentos en diciembre pasado, será crucial para la Corte Suprema de Justicia ya que los magistrados determinarán si pueden salir del atolladero para intentar elegir al Fiscal General y llenar sus propias vacantes. Si no lo logran, la situación llegará a un punto crítico. Y podrá quedar reducida al límite la opción de salir del pantano en que está hace meses y que tiende a ensancharse.
La ley establece que la sala plena de la Corte Suprema tiene 23 magistrados, de los cuales hoy solo hay 16, y según el reglamento de la misma, para tomar decisiones se requiere la votación de las dos terceras partes de su total de magistrados, es decir, 16 votos. Por esto, cualquier decisión que se tome hoy en la sala plena debe ser unánime, lo que pareciera difícil si se tiene en cuenta el tiempo que llevan sin ponerse de acuerdo para elegir a sus propios compañeros.
El máximo tribunal enfrenta un panorama extremo e incierto. Los togados tienen que escoger al próximo Fiscal General de la terna que anticipó el Presidente Iván Duque, y además encontrar una fórmula de consenso que les permita también elegir siete nuevos magistrados para llenar sus vacantes.
Pero el tiempo se agotó, y requieren unanimidad justo cuando abundan las divisiones internas. El problema grande son los procesos judiciales que implican decisiones que los ciudadanos están esperando y no se pueden tomar porque no hay magistrados; el hecho de no estar completa retrasa las decisiones que como máximo órgano de cierre de la justicia ordinaria, debe tomar.
Como ejemplo de la magnitud de procesos que cursan en ese alto tribunal se tiene que tan solo el año pasado resolvió 32.308 casos de todo tipo entre procesos de casación, casos de única instancia y tutelas. El bloqueo en la elección de magistrados no solo frena la sala plena y la elección del Fiscal; también tiene efectos en los ciudadanos porque tener siete magistrados menos significa una gran cantidad de procesos quietos.
Y para completar este oscuro panorama el próximo 16 de febrero cumple su período el magistrado Ariel Salazar y rompe el mínimo para la toma de decisiones, ya que solo quedan 15 de sus integrantes.
En estos tiempos cuando más se necesitaba de su fortaleza corporativa para salirle al paso a la desconfianza en la justicia y en las instituciones, pelan el cobre estos magistrados algunos con pasados muy oscuros, a imponer sus ambiciones personales de poder antes que las de la justicia. La degeneración entró por la puerta grande a estos recintos.
