
Por Eduardo Muñóz Serpa
Cerca de medio Bucaramanga vive en Floridablanca, Piedecuesta, cerca al anillo vial, en los riscos de la cordillera oriental, en el corredor que hay entre Floridablanca y Piedecuesta y, diariamente, desde tales lares, deben transitar por la mal llamada autopista que une a Bucaramanga con Piedecuesta o el Anillo Vial, y padecer lo inenarrable, poniendo en riesgo tanto sus vidas como las de sus familiares.
En la mal llamada autopista hay obras civiles desde cuando comenzaron a hacerse los arreglos de infraestructura vial para Metrolínea, hace cerca de 10 años y las habrá por otros 10, pues el ‘tercer carril’ seguirá hacia el sur.
Algunos afirman que los bumangueses han sido comprensivos pues dichas obras viales traen progreso (¿acaso lo trajo Metrolínea?), otros dicen que son pacientes, los hay que afirman que son resignados y hay quienes sostienen que ya perdieron la capacidad de reacción por cosas mal planeadas, peor ejecutadas, plagadas de improvisaciones e irrespeto a la ciudadanía.
¿Los bumangueses cuánto tiempo han perdido allí, en tal lapso, en ‘trancones’ ocasionados por un auto varado, una llanta pinchada o golpes entre dos o más vehículos?
¿Por qué en dicho período a las Direcciones de Tránsito de Bucaramanga y Floridablanca no se les ha ocurrido poner allí una brigada de grúa, agente de Tránsito y mecánico que resuelvan tales problemas? ¿Por qué no hay a disposición una ambulancia que preste auxilio en caso de un accidente vehicular con saldo de heridos y/o muertos?
¿A qué especialistas en vías se les ocurren soluciones viales tales como los mortales cruces a la izquierda que pululan en el anillo vial?
Los bumangueses no han visto el progreso vial pero saben hasta la saciedad que llevan cerca de 10 años soportando malas administraciones locales, pésima planeación de las obras viales, las estúpidas y artesanales soluciones de ingenieros ‘especialistas en vías’. ¿Hasta cuándo?
(Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com)
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