Por Héctor Gómez Kabariq
Hace un año, por estas calendas, en una de mis ocasionales visitas a Bucaramanga, algunos amigos me preguntaron si después de un lustro de estar radicado en mi pueblo, Zapatoca, ya me había contagiado de la tacañería que desde tiempos ancestrales se atribuye a los nativos de la «ciudad del clima de seda».
Un par de días después me dio por componer este soneto para responderles :
Que los zapatocas dizque somos tacaños,
desde hace tiempo han venido afirmando;
que por no gastar ni celebramos cumpleaños,
que no nos han visto las cuentas pagando.