Por un “regalo” de 52 millones de dólares, (160 mil millones de pesos), los árabes podrán quedarse con 240 toneladas de oro que hoy pueden valer unos 14 mil 400 millones de dólares, (45 billones de pesos colombianos)
Por Alberto Donadio
Es delito que un funcionario público reciba dinero de persona que tenga interés en asunto sometido a su conocimiento.
El presidente Juan Manuel Santos en su visita a los Emiratos Arabes Unidos en noviembre de 2017 aceptó la donación de US$45 millones “para el posconflicto en Colombia” y recibió también US$7 millones “que donaron para la tragedia de Mocoa”. Antes que nada hay que precisar que para los jeques árabes una donación de US$52 millones es un bicoca. El príncipe heredero de Arabia Saudita se compró ese año un yate de US$550 millones.
A renglón seguido el ministro de Minas y Energía del gobierno de Santos dijo que los Emiratos invertirán US$1.000 millones en la explotación de oro en Santander por medio de Minesa, compañía que dominan, y notificó que el Gobierno ya aprobó el plan de trabajo para esta minería que seguramente llamarán legal. Al proyecto solamente le falta la licencia ambiental.
¿Quién puede ahora pensar, después del soborno público para Colombia disfrazado de donación humanitaria, que la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, hará una evaluación independiente, técnica e imparcial de la autorización para Minesa?.
La licencia ya fue expedida por anticipado en Abu Dhabi, en la reunión que Santos sostuvo con el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan. El propio Santos lo definió tal cual es: “Es el sheikh que tiene aquí el poder”. Los países del golfo Pérsico son satrapías de beduinos y ante una de ellas se rindió el entonces presidente de Colombia.
