Mucho se ha escrito sobre Alejandro Galvis Ramírez, quien por más de 50 años fue el líder regional más reconocido por sus actividades como periodista, empresario, emprendedor y promotor del crecimiento de Santander. Fue un amante como ninguno de nuestro departamento. En resumen, como lo escribió Eduardo Pilonieta: todo un señor personaje, con la personalidad de un ganador, como lo describió Jorge Gómez Duarte.
Quienes lo conocimos debemos agradecer a Dios no solo por este privilegio, sino por lo aprendido de su empuje, liderazgo y amistad. Quise ir más allá y ampliar la percepción de lo que todos veíamos en Alejandro, por lo cual acudí a uno de sus empleados de la Hacienda El Madrigal y a mi hermano Carlos. Con opiniones que salen desde lo más profundo de sus corazones lo describen, más que como un amigo y jefe, como un hermano mayor fraterno, generoso, amable y siempre dispuesto a ayudar. Se le reconoció como un ser humano expresivo al momento de manifestar su agradecimiento cuando recibía una mano y siempre fue muy sensible y conmovido con las necesidades de la gente. No tenía reparo en reconocer con creces los conocimientos de las demás personas y nunca se quedaba con nada guardado, todo lo expresaba con respeto.
Disfrutaba mucho invertir el tiempo con su familia y sus amigos, a quienes no se cansaba de consentir con su generosidad y de expresarles su aprecio. Evitaba al máximo hacer sentir mal a sus empleados, a quienes consideraba sus amigos y por quienes sentía un genuino aprecio. Una de las obras que más satisfacciones le generaba era su escuela de la Mesa De los Santos para la cual buscó recursos con el fin de mejorarla y brindar bienestar a los niños de la región.
Grandes enseñanzas nos dejó. Debemos recordarlo como ese gran líder, amigo y promotor de la sociedad. Se nos adelantó en el viaje hacia el más allá, donde seguro todos, tarde o temprano, estaremos. Como él mismo lo refería recientemente en una disertación: “la vida es un soplo”.
Así como él, todos debemos buscar trascender con nuestro comportamiento, obras, relacionamiento y generosidad para transformar positivamente la sociedad. Uno de sus grandes legados es habernos dejado un camino y un ejemplo para seguir. Ya en nuestra región se está viviendo un relevo generacional. Es muy importante que todo el desarrollo impulsado por Alejandro Galvis Ramírez y otros líderes de su talante sea continuado por los jóvenes, que deben llevar a la región a un buen puerto, con base en la generación de empleo, bienestar y riqueza para el desarrollo de la sociedad santandereana, donde la pobreza debe ser erradicada y se aproveche al máximo lo sembrado con esfuerzo por las anteriores generaciones.