La importancia del sector empresarial, en toda su extensión, es vital para el país. Así quedó demostrado en la aprobación de la reforma tributaria que ya pasa a sanción presidencial en medio de una pandemia que ha generado enormes pérdidas a la economía del mundo occidental, incluyendo Colombia, que no ha sido ajena a ese impacto.
Lo que aprobó el Congreso es básicamente la propuesta del presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), Bruce Mac Master, quien la presentó antes de la fallida reforma del exministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. No se entiende la desconexión que tuvo el funcionario con la realidad de una población económicamente golpeada por la pandemia y los efectos de las cuarentenas ordenadas por el mismo gobierno. Su falta de tacto terminó generando los peores disturbios conocidos en la historia reciente del país.
El nuevo ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, retomó la propuesta de los empresarios y presentó una reforma coherente que incorpora medidas en las que el sector empresarial aporta, vía recaudo de impuestos, gran parte de los 15 billones de pesos necesarios para garantizar los fondos que el Estado requiere. Estos recursos serán destinados a palear las dificultades de la población a través de los subsidios a la nómina del Paef, matrícula cero de educación superior a los estratos 1, 2 y 3, y la continuación del programa de ingreso solidario, entre otros. Adicionalmente, en los empresarios recae la generación del empleo, el cual requiere mucha dosis de creatividad, innovación y competitividad. En este contexto la eficiencia operacional será fundamental para bajar costos y generar valor a la producción nacional.
En compensación con este esfuerzo del sector empresarial, los colombianos debemos emprender una gran campaña para comprar productos colombianos. Adquirir productos importados es generar empleos y riqueza en el exterior y ayudar a otros países a salir de la crisis, no al nuestro. Es el momento para que el Gobierno le dé un espaldarazo a los emprendedores y proteja la industria colombiana con herramientas arancelarias, entre otras estrategias, hasta que recuperemos la economía y el empleo.
Adicionalmente es importante hacer una cruzada para proteger y fortalecer el campo con estrategias que nos permitan ser más competitivos y aumentar el consumo de alimentos producidos en nuestro país. Esta es la mejor retribución que podemos hacer al esfuerzo de nuestros productores nacionales, sobre quienes recae este plan de reactivación.
La administración pública y la clase política también deben responder al esfuerzo de los empresarios comprometiéndose con la eficiencia y transparencia. Colombia no resiste un escándalo más por corrupción como los que salen continuamente a la luz pública. Ningún presupuesto será suficiente y este país no será viable, si no corregimos estructuralmente el problema de corrupción que nos aqueja desde hace varias décadas.