La contratación en las Unidades Tecnológicas de Santander está bajo sospecha, después de conocerse los procesos licitatorios para tres grandes obras, las cuales suman algo más de $33.000 millones, una abultada cifra nada despreciable para dar y convidar.
Un primer contrato consiste en la remodelación de la planta física de la sede principal en Bucaramanga. Y un segundo contrato tiene por objeto la adecuación de la infraestructura de las sedes de la institución en los municipios de Vélez y Barrancabermeja. Ambos suman más de $5.500 millones, y ambos procesos licitatorios terminaron con “único oferente”.
Y ese “único oferente” es el mismo en los dos contratos, la misma unión temporal pero con diferente nombre, conformada por las firmas “Construsantander SAS”, “Rioca Ingeniería SAS” y el particular Carlos Alberto Ríos Buitrago. Este último, qué casualidad, figura como representante legal de la firma “Construsantander SAS”. Un “yo con yo” muy particular, todo muy bien “amarrado” para no dejar escapar la millonaria contratación.
El asunto fue manejado en las Unidades Tecnológicas de Santander con dirección a ese único proponente, bajo la sombra de los ya conocidos “pliegos sastre”, en donde solo gana uno porque es el único que cumple con unas exigencias técnicas absolutamente amañadas. ¡Patético!
Y una tercera licitación está en camino, nada más y nada menos que por la suma de $27.000 millones, para la construcción de un Centro de Alto Rendimiento en Bucaramanga. Allí se exige tener experiencia en infraestructura de educación superior, lo que significa una restricción absurda, pues el proponente que haya construido escenarios de alto rendimiento para instituciones que no sean de educación superior, sencillamente no queda habilitado para aspirar a ganarse la licitación. Un craso ejemplo del famoso “direccionamiento contractual”.
El silencio del rector Omar Lengerke es elocuente, a la manera de un silencio cómplice. Por allá deben tener claro que todo se fraguó de manera turbia para favorecer a sus aliados, Ríos Buitrago lo es, y sin duda todo fue perfectamente direccionado para adjudicar los contratos con favoritismo, negociando lo público.
Urge que los organismos de control revisen con lupa esa contratación, no solo por las irregularidades técnicas y jurídicas que se advierten, sino porque de contratos como esos es de donde se desprenden el repudiable germen de la corrupción y el enriquecimiento ilícito de sus protagonistas. ¡Mucha atención!